La rusa Yelena Soboleva entra en meta batiendo el record del mundo de los 1.500m femeninos. (EFE)
Soboleva se lleva 90.000 dólares por su plusmarca
(publicado en as.com)
Á. Cruz 10/03/2008
Los récords mundiales de mediofondo suelen estar reservados a los mítines, con liebres que las hacen posibles y con carreras limpias y carentes de codazos y encerronas. Ayer, Yelena Soboleva quiso llevar la contraria a la costumbre y mejoró su propia plusmarca mundial de 1.500 metros con 3:57.71, un registro de ensueño, que supera los 3:58.05 que ella misma había establecido hace hoy un mes, en Moscú.
En realidad, Soboleva compitió como si de un mitin se tratara, porque aunque ella tiró hasta el 600 (1:35.66) la relevó luego su compatriota Yuliya Fomenko, que hizo de liebre ideal, y la llevó en volandas más allá de los 1.200 metros, en una carrera sin incidentes, limpia y veloz. Luego volvió a tomar el mando Soboleva y se fue a la meta como un tiro. "Yuliya y yo nos habíamos puesto de acuerdo para tirar y llevar la carrera al ritmo que nos interesaba y en la última vuelta, que ganara la más fuerte". Y la más fuerte fue Soboleva. Récord y 50.000 dólares de premio, que añade a los 40.000 que reporta el título individual. Yelena engrosa su cuenta y cambia plata por oro, en cuanto a medallas atañe, porque la rusa del Lokomotiv de Moscú, de 25 años, era subcampeona mundial tanto al aire libre como en pista cubierta.
La carrera fue una delicia y por primera vez en la historia de la pista cubierta cuatro atletas rompían la barrera de los cuatro minutos en la misma carrera.
En realidad, Soboleva compitió como si de un mitin se tratara, porque aunque ella tiró hasta el 600 (1:35.66) la relevó luego su compatriota Yuliya Fomenko, que hizo de liebre ideal, y la llevó en volandas más allá de los 1.200 metros, en una carrera sin incidentes, limpia y veloz. Luego volvió a tomar el mando Soboleva y se fue a la meta como un tiro. "Yuliya y yo nos habíamos puesto de acuerdo para tirar y llevar la carrera al ritmo que nos interesaba y en la última vuelta, que ganara la más fuerte". Y la más fuerte fue Soboleva. Récord y 50.000 dólares de premio, que añade a los 40.000 que reporta el título individual. Yelena engrosa su cuenta y cambia plata por oro, en cuanto a medallas atañe, porque la rusa del Lokomotiv de Moscú, de 25 años, era subcampeona mundial tanto al aire libre como en pista cubierta.
La carrera fue una delicia y por primera vez en la historia de la pista cubierta cuatro atletas rompían la barrera de los cuatro minutos en la misma carrera.
(publicado en el mundo.es)
CARLOS TORO
MADRID.- La última carrera femenina, los 1.500, dibujó el retrato del Campeonato y le proporcionó a éste su mejor argumento para el recuerdo. Yelena Soboleva marcó un nuevo récord del mundo (3:57.71) en una carrera esplendorosa, llevada a cabo desde el principio a una velocidad de vértigo y con todas las atletas esclavizadas voluntaria o forzosamente al salvaje ritmo.
Valencia ha mostrado el incremento de una tendencia ya apuntada en los últimos tiempos en competiciones en sala o al aire libre. Las carreras de medio aliento se parecen mucho a un mitin, con la diferencia de que las liebres son los propios favoritos, que establecen desde la zancada inicial sus exigentes condiciones. Los 1.500 no se parecieron a un mitin. Fueron un mitin con Soboleva, en excepcional forma este invierno, haciendo de liebre de sí misma, desdoblada en dos personas que se fundían en una.
A mitad de la prueba, la estilizada y elegante rusa fue relevada por su compatriota Yuliya Fomenko (ex Chizenko, campeona hace dos años en Moscú por delante de la misma Soboleva). Una táctica preconcebida. Una labor de equipo, aunque el equipo era, en realidad, un dúo.
Los tiempos de paso "daban miedo". Eran ligeramente peores (menos buenos) que los del anterior récord mundial de Soboleva, establecido hace pocas fechas en el Campeonato de Rusia (3:58.05). Pero los últimos 500 metros parecieron la mitad, devorados por Soboleva, que, sin crisparse, sin desunirse, ligera y poderosa, corría, volaba… Terminaba en esos 3:57.71 que, incluso al aire libre, resultarían muy valiosos. Bajaba, pues, y ampliamente, de 3:58.
Fomenko (3:59.41), Gelete Burka (3:59.75) y Maryam Yusuf Jamal (3:59.79) bajaban de los cuatro minutos. Cualquiera de ellas hubiera ganado con esa marca, y de sobra, cualquiera de los Mundiales anteriores. Pero, claro, eso era cuando los Campeonatos eran Campeonatos y no mítines.
El mismo análisis sirve para la carrera masculina de 800, dominada con parejo estilo por el sudanés Abubaker Kaki Khamis (1:44.81). Este año ha salido del cascarón rompiéndolo a patadas y mordiscos. Tiene 18 años y hace unos días, en Estocolmo, batió (2:15.77) el récord del mundo júnior de los 1.000 metros. Ha nacido una estrella.
Valencia ha mostrado el incremento de una tendencia ya apuntada en los últimos tiempos en competiciones en sala o al aire libre. Las carreras de medio aliento se parecen mucho a un mitin, con la diferencia de que las liebres son los propios favoritos, que establecen desde la zancada inicial sus exigentes condiciones. Los 1.500 no se parecieron a un mitin. Fueron un mitin con Soboleva, en excepcional forma este invierno, haciendo de liebre de sí misma, desdoblada en dos personas que se fundían en una.
A mitad de la prueba, la estilizada y elegante rusa fue relevada por su compatriota Yuliya Fomenko (ex Chizenko, campeona hace dos años en Moscú por delante de la misma Soboleva). Una táctica preconcebida. Una labor de equipo, aunque el equipo era, en realidad, un dúo.
Los tiempos de paso "daban miedo". Eran ligeramente peores (menos buenos) que los del anterior récord mundial de Soboleva, establecido hace pocas fechas en el Campeonato de Rusia (3:58.05). Pero los últimos 500 metros parecieron la mitad, devorados por Soboleva, que, sin crisparse, sin desunirse, ligera y poderosa, corría, volaba… Terminaba en esos 3:57.71 que, incluso al aire libre, resultarían muy valiosos. Bajaba, pues, y ampliamente, de 3:58.
Fomenko (3:59.41), Gelete Burka (3:59.75) y Maryam Yusuf Jamal (3:59.79) bajaban de los cuatro minutos. Cualquiera de ellas hubiera ganado con esa marca, y de sobra, cualquiera de los Mundiales anteriores. Pero, claro, eso era cuando los Campeonatos eran Campeonatos y no mítines.
El mismo análisis sirve para la carrera masculina de 800, dominada con parejo estilo por el sudanés Abubaker Kaki Khamis (1:44.81). Este año ha salido del cascarón rompiéndolo a patadas y mordiscos. Tiene 18 años y hace unos días, en Estocolmo, batió (2:15.77) el récord del mundo júnior de los 1.000 metros. Ha nacido una estrella.
ENLACE:
Yelena Isinbayeva no tuvo demasiado problemas para hacerse con la medalla de oro en la pértiga femenina. La rusa se colgó el preciado metal
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