(publicado en as.com)
Ya no se escuchan disparos ni gritos de guerra en las altiplanicies de Eldoret. Lo que ahora se oye son las pisadas de los corredores kenianos y su respiración entrecortada en las durísimas e interminables sesiones de preparación. Adiós a las armas en el paraíso de los fondistas.
Hay que recuperar el tiempo perdido. Carreras agotadoras por las fértiles tierras rojas de los kikuyus, entre vacas, animales casi totémicos para los masai, otra de las tribus principales de Kenia.
"El gobierno y la oposición están negociando y las cosas ya están tranquilas aquí", dice a este periódico el nandi James Moiben desde su casa de Ziwa, en Kenia. Allí le pilló la revuelta al fondista afincado desde hace años en Guadalajara, que permaneció en el país africano mucho más tiempo de lo esperado, guardando su casa y su hacienda, protegiendo a los suyos de una amenaza mortal, sufriendo mientras se asesinaba a la gente. El hombre que vio el cadáver quemado de Lucas Sang, olímpico en 400 y 4x400 metros en Seúl, y que le reconoció "por los zapatos y el cinturón" dice que "ahora no hay problema; todo se ha tranquilizado mucho", hasta el punto de que ya tiene billete de regreso para España.
Confianza.
Moiben no estará en el Mundial de cross de hoy, pero confía en que sus compatriotas "lo hagan muy bien allí". Admite que "no se han podido preparar a tope, pero no lo van a notar en los Mundiales". Menos lo notarán cara a los Juegos Olímpicos de Pekín. Queda mucho camino por delante, muchos kilómetros por recorrer sobre las altiplanicies, ahora en paz.
El fin de la violencia dará alas a los corredores africanos y les permitirá entrenarse como siempre lo hacen: a tope. El jefe de la federación keniana, Isaiah Kiplagat, se muestra esperanzado: "Queremos mostrar al mundo que hemos vuelto a la normalidad y ganar será un ejercicio de reconciliación entre todos nosotros".
Recuerda que Kenia no vence individualmente desde hace ocho años, aunque sí lo han hecho sistemáticamente por equipos, y es optimista: "En Edimburgo creo que podremos ganar individualmente y por también por equipos".
Y mientras los especialistas en campo a través pelean en las verdes praderas escocesas, otros kenianos (kikuyus, nandis, masais...) vuelven a entrenarse en las mesetas africanas de tierra roja y vegetación lujuriosa. Ya no piensan sólo en salvar la vida. Piensan en la gloria olímpica. Piensan en Pekín mientras desgranan sus esfuerzos a más de dos mil metros de altitud.
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