miércoles, 12 de septiembre de 2007

@4. Me crucé con Pepe El Cartero

Por aquellos años, cuando encendían las farolas de las calles, nosotros, los más jóvenes, decíamos: han dado la luz al pueblo.
No había pasado mucho tiempo, desde que aquella señal nos indicara la hora para volver a nuestras casas, a recogernos.
El día posterior a la vuelta de mi viaje por la Capital, yo esperaba a que se encendieran las luces, para iniciar una aventura por la calle Barón del Solar.
Había medido en la calzada 100 metros, con pies de 28 centímetros, que era la medida de mis zapatos.
Esperé hasta que la calle estuvo solitaria, para iniciar, desde la puerta de la casa de mis abuelos, una carrera que a mí me pareció meteórica y que finalizó cien metros después.
Me crucé con Pepe El Cartero, que volvía a su casa, y me miró con cara estupefacta, sin decir nada, pero es muy posible que pensara que yo estaba loco, que no había ningún motivo para que corriese de esa manera.
Enseguida aprendí las voces que daba el juez de salida en las carreras de velocidad: a sus puestos, listos y ya, que era equivalente al disparo de fogueo que se realizaba en las competiciones.
Lo veía y no podía creerlo, el cronómetro se había parado en 10 segundos y 6 décimas. El record de España, que tenía José Luis Sánchez Paraíso, de Salamanca, estaba en 10.4.
Me tomé un buen rato para recuperarme del esfuerzo, y cuando comprobé que la calle volvía a estar despejada, que no venía nadie, me lancé a todo correr, como alma que persigue Mefistófeles. 11.2 y nueva señal de incredulidad.
Tenía las piernas doloridas del esfuerzo, así que opté por no hacer más intentos por esa noche. Volví a mi casa. Mi padre estaba profundamente dormido, sus ronquidos se escuchaban con bastante claridad. Mi madre, en voz muy baja, me dijo que cerrara la puerta, que echara la cadena.
Aquella noche me costó mucho dormirme. Los pensamientos se agolpaban en mi cabeza, volvía a visualizar la salida, la carrera, la lectura del tiempo realizado a la luz de la farola que estaba en la puerta de la Escuela de Las Escalericas. Algo se había revuelto en mi interior, lo recordaba y no me lo creía. Serían ciertos los tiempos que había tomado, no era posible, algo debía estar haciendo mal. No podía fiarme de las apariencias.
La distancia estaba bien medida, el cronómetro era nuevo, que había pasado… Me dormí placidamente, como un ángel.

El día 20/05/1975, en Albacete, Fernando Rodríguez Navarro (Navarro), realizó un tiempo de 11 segundos 1 décima, en la distancia de 100 metros lisos. 

Esta marca fue igualada, el 15/04/1977, en San Javier, por su compañero, del club Atlético Getafe, Fernando Rodríguez Bautista (El Velo).

4 comentarios:

  1. Anónimo12/12/2007

    A mi me sucedió una vez que soñé que volaba, y resultó que nunca he volado nada más que en avión. Los sueños raramente se hacen realidad y eso me sucede con la literatura pues por más que lo sueño mi fama solo está recluida en la red de Internet y no me puedo quejar pues cada dia me leen cientos de personas. Esto de los megas es algo misteriosa, un mundo aparte, un mundo que algunas vecesme parece una quimera o un sueño macabro. http://www.antoniolarrosa.com

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  2. Anónimo1/29/2008

    Yoigo no cumple su palabra y desde marzo cambiará su tarifa de gratis para siempre entre yoigos a sólo una hora gratis al día entre yoigos.

    YO TENGO UNA PROPUESTA; una concentración reivindicativa a las puertas de la sede estatal de Yoigo en Alcobendas (Madrid)... esta es la dirección:

    Avda. de la Vega 15
    28100 Alcobendas (Madrid)
    Tel. 91 131 52 00

    cita el próximo domingo 3 de febrero a las 12:00horas

    pásalo, inunda los blogs con esta convocatoria!!

    PORQUE NUESTROS DERECHOS SÍ SON VERDAD DE LA BUENA!

    (gracias por solidarizarte con los clientes de Yoigo)

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  3. Anónimo2/20/2008

    No se si alguno podéis trasladaros a una situación parecida a la que yo viví, en una España rural, donde solamente se corría para evitar que “los representantes de la ley” te pasaran por el cuartelillo…

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  4. Anónimo2/21/2008

    Mi ti Prisca, mujer de mi tío Antonio, cuando era niña, era la encargada de encender las farolas del pueblo, ayudándole a su padre, tirando de una cuerda desde la ventana de su dormitorio.

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